Tras el primer susto en Iowa, en forma de victoria de George Bush, el Gobernador Ronald Reagan había dominado con claridad la sesión de primarias republicanas de 1980. Sus victorias en New Hampshire y Carolina del Sur relanzaron una campaña imparable que no se detendría hasta noviembre. Pero un Bush bien financiado siguió en la carrera hasta el mes de mayo. Sólo una derrota en su propio estado, Texas, le llevó a tirar la toalla. Los últimos meses de su campaña los dedicó más a la autopromoción en busca de la Vicepresidencia por tercera vez en su carrera. En el proceso ganó importantes estados industriales como Michigan y Pennsylvania. Dos argumentos de peso para reivindicar un lugar en el ticket, ya que aún existían dudas razonables sobre la fortaleza de Reagan fuera del Sur y el Oeste. El apaño parecía lógico desde primavera.
Pero persistía, alimentada por la prensa, la impresión de que ambos hombres no se gustaban, ni sentían ningún aprecio mutuo. Seguían frescos el incidente del debate de Nashua o las críticas de Bush a las recetas económicas de Reagan, a las que llegó a describir como "voodoo economics". También los constantes ataques de Reagan contra Bush por pertenecer a la Trilateral. Había constancia de que estos episodios habían deteriorado de forma considerable la relación entre los dos que, por otra parte, nunca fue estrecha. No se conocían de nada. Tampoco compartían aficiones, experiencias, ni modelos de vida. Parecían dos personas antagónicas que nunca podrían llegar a un entendimiento a nivel personal.
Un ex actor de origen humilde que había comenzado su carrera política decisiva como un "candidato-ciudadano" a Gobernador de California, apoyado más por el círculo de millonarios que después formaría su gabinete de cocina, que por la cúpula del partido; y un graduado de Yale, integrado en el Establishment particular republicano y la clase política del Este, y miembro de la Trilateral.
Un outsider populista que durante años había cultivado la técnica del agit-prop y la campaña permanente hasta crear una potente red de grassroots por todo el país para lanzarse a la Presidencia por cuenta propia; y un insider ajeno a las grandes aventuras electorales y al contacto con los votantes, que había ascendido en los pasillos de Washington gracias a ser bien recomendado a puestos de designación ejecutiva -embajador ante la ONU, presidente del Comité Nacional Republicano, director de la CIA-.
Reagan quería a alguien con el que se sintiera a gusto. Un nombre rondaba por su cabeza. Era el Senador Paul Laxalt, de Nevada, su mejor amigo dentro del partido. Ambos hombres se habían conocido en los años 60 como Gobernadores de dos estados limítrofes y compartían el gusto por la cultura relajada del Oeste. Pero los consejeros de Reagan le desaconsejaban un ticket enteramente del Oeste. Los sondeos con Jimmy Carter hablaban todavía de igualdad. El candidato republicano necesitaba fortalecer sus números en los grandes estados industriales del Norte.
Además de Bush y Laxalt, otros ocho nombres habían sido considerados: el Senador Howard Baker, de Tennessee; el Senador Richard Lugar, de Indiana; el ex Secretario del Tesoro, William Simon; el Congresista Jack Kemp, de Nueva York; el ex Secretario de Defensa y ex Congresista Donald Rumsfeld, de Illinois; el Congresista Guy Vander Jagt, de Michigan; y la ex Embajadora de EEUU en el Reino Unido, Anne Armstrong.
A comienzos del mes de julio empezó a sonar el nombre de Gerald Ford. Lo que al principio parecía una idea rocambolesca, seleccionar para la Vicepresidencia a un ex Presidente, empezó a tomar cuerpo. Los dos se conocían bien desde las disputadas primarias de 1976. Se habían llegado a caer bien. Ford tenía esa imagen de moderación que a Reagan se le negaba en los medios. Cuatro años antes lo había hecho mejor de lo esperado frente a Carter, y en 1980 gozaba de gran popularidad entre muchos votantes que creían haberse equivocado al votar por Carter.
El día que se abrió la Convención Nacional Republicana en el Joe Louis Arena de Detroit, Michigan, el 14 de julio, el ex Gobernador de California seguía sin decidirse. Se instaló con su equipo en el piso 69 del Detroit Plaza Hotel, en el Renaissance Center, el complejo hotelero más alto del mundo en aquella época. Todos los hombres importantes del partido que empezaron a desfilar por la suite del candidato, incluído el entonces presidente del GOP, William Brock, no tenían otra cosa en la cabeza que el intrigante ticket Reagan-Ford.
A los republicanos moderados les gustaba, y a los conservadores les parecía la mejor posibilidad de evitar a George Bush. Las encuestas también parecían inclinarse por Ford. Richard Wirthlin, el gurú de Reagan para sondeos de opinión y análisis del electorado, no tenía dudas en las sesiones de estrategia del equipo. Jerry Ford era la opción más ventajosa para noviembre.
La cotización del ex Presidente Ford aumentó con su apasionado discurso en la primera noche de Convención. Atacó sin piedad a Carter y defendió efectivamente a Reagan. Una de las líneas de su discurso fue interpretada como un guiño. "Cuando presentéis el equipo del Gobernador Reagan, contarme dentro." Ese momento desataría largas horas de complicadas maniobras y cabildeos entre los pisos 69 y 70 del Hotel Plaza de Detroit, en las que se pretendió incluso redefinir la naturaleza de la institución presidencial. Afortunadamente para Reagan, el proyecto terminaría colapsando por su propio peso. Pero llegó a estar cerca de materializarse.
Al tiempo que los rumores sobre el "dream ticket" -así se le empezó a llamar- arreciaban entre los delegados en el centro de convenciones, los negociadores de Reagan y Ford trabajaban para diseñar en menos de dos días una especie de Tratado de Detroit que hubiera otorgado al cargo de Vicepresidente el perfil de un director general con atribuciones ejecutivas, reduciendo el papel del Presidente al simbolismo de presidir la junta.
A las 3,45 de la tarde del martes 15 de julio, segundo día de Convención, Ford visitó a Reagan en su suite. Este no se ando con rodeos. "Me gustaría que sirvieras en el ticket conmigo para derrotar a Carter. Sé que es una decisión difícil para ti. Seguramente implica sacrificios. Creo que hay mucho en juego en lo que a nuestro país se refiere. ¿Lo llegarías a considerar?"
Ford planteó el asunto de la decimosegunda enmienda, que estipula que si el candidato a Presidente y el candidato a Vicepresidente son del mismo estado, los electores de ese estado no pueden votar por ambos. Desde que dejó la Presidencia, Ford vivía y estaba registrado en Rancho Mirage, California. Pero los asesores legales de Reagan ya habían tratado la cuestión. Ford podía trasladar su residencia a un pueblo de Colorado donde contaba con una propiedad, o volver a Michigan.
Tras repetir una docena de veces "no sé si esto funcionará", y aconsejar a Reagan que escogiera a Howard Baker o George Bush, Ford salió de la reunión diciendo que lo consideraría. De inmediato se convocó una reunión entre los operativos de Reagan y Ford para plantear cómo la Vicepresidencia podía ser constituída de forma que pudiera resultar confortable para un ex Presidente.
Representando a Ford estaban cuatro antiguos oficiales de su administración, John Marsh, Robert Barrett, Henry Kissinger y Alan Greenspan. Reagan envió a Ed Meese, William Casey y Richard Wirthlin. Se llegó a considerar que Ford, además de ser Vicepresidente, ocupase el puesto de Jefe de Gabinete y presidente del Consejo de Seguridad Nacional; se planteó que el realista Kissinger volviera a asumir la Secretaría de Estado -algo inaceptable para los seguidores de Reagan-, o que Alan Greenspan fuese postulado para Secretario del Tesoro. Ford quería trabajar con gente con la que se sintiera gusto.
La noche de ese martes, Reagan invitó a su suite al jefe del partido, William Brock, al Senador Bob Dole, y a los Gobernadores Bill Clements, de Texas, y Jim Thompson, de Illinois. Juntos vieron la Convención a través de la televisión y charlaron sobre Ford. Los cuatro se comprometieron a hacer todo lo que estuviera en sus manos para convencer al ex Presidente.
La presión mediática se hacía cada vez más grande el tercer día. No se hablaba de otra cosa. Las negociaciones continuaban y no se avistaba una pronta resolución. Había que mantener vivas de cara a la opinión pública otras opciones, por si la opción Ford fallaba. Por consejo de sus asesores, el Gobernador Reagan invitó a Bush, Kemp y Simon a comer al Polish-American Century Club. No hablaron de la VP. El objetivo era dejarse ver ante los medios para que especularan también sobre esos nombres.
Las reuniones continuaban, y Ford se seguía resistiendo a la idea si no le daban garantía clara de poder contar con sus propios hombres en la futura Administración. No quería verse relegado a la oscuridad de la Vicepresidencia. No era un final apropiado para un ex Presidente. Pero la exigencia resultaba ir demasiado lejos para los hombres de Reagan. Este había arrasado en las primarias, era lo que los votantes republicanos querían, no podía hacer concesiones que desnaturalizaran su candidatura. Tenía que hacer valer su posición de fuerza en la negociación. Pero, por otra parte, romper con Ford convertiría a Bush en la selección inevitable, y este era el candidato que menos entusiasmaba a los seguidores más conservadores de Reagan.
Brock, acompañado por los Senadores Bob Dole y Howard Baker, visitó a Ford en su suite la tarde del miércoles 16. La respuesta de Ford volvió a ser la misma. "Todo suena muy bien, pero sabes que no funcionará. La respuesta ahora es todavía un no, pero lo consideraré." Esa misma tarde se celebraba una nueva reunión, esta vez en la habitación de William Casey, en el piso 69 del Plaza.
Era un volver a empezar, sin condiciones ni nombres sobre la mesa. Se volvió a tratar la reestructuración del sentido de dirección del Gobierno, de hacer al Vicepresidente responsable de la Oficina de Presupuestos, y una larga lista de puntos cuya complejidad hacía imposible el acuerdo. Lo que estaba en juego era tan importante que el Gobernador Reagan tuvo que cancelar un mítin con hispanos que tenía concertado para esa tarde en Detroit. Necesitaba estar informado al detalle sobre cómo iban las negociaciones.
Todo se vendría abajo de forma definitiva a partir de las 7 de la tarde de ese miércoles. Gerald Ford era entrevistado por Walter Cronkite en la CBS. "¿Sería algo parecido a una co-presidencia?", le preguntó Cronkite. "Eso es algo que el gobernador Reagan debiera considerar. Ni Betty ni yo creemos que nuestro orgullo se vea dañado por ir como número dos... pero lo que comentas es algo muy legítimo. Tenemos muchos amigos en Washington. Y el futuro Presidente también tiene que enorgullecerse", respondió Ford ante millones de telespectadores. Para volver a pronunciarse después en términos similares en una entrevista con Barbara Walters en ABC.
A Reagan no le gustó nada que Ford no rechazase en público la peligrosa idea de la "co-presidencia". Pero las entrevistas de Ford y otras delcaraciones del Senador Robert Griffin, de Michigan, dispararon los rumores de que el anuncio del ticket Reagan-Ford era inminente, y no parecía disgustar a los delegados. Reagan estaba en una encrucijada. Quedaban menos de 24 horas para decidirse.
Sus asesores comenzaban a desaconsejar a Ford, diciendo que había llegado a pedir tener derecho de veto sobre los nombramientos para puestos de Gabinete. Era ir demasiaod lejos. Pero Reagan aún parecía deseoso de buscar la manera de acomodar a Ford como su running-mate. A las 9 de la noche Reagan llamó a Ford para decirle que no estaba dispuesto a esperar a la mañana siguiente para anunciar su decisión. Ford volvió a insistir en que necesitaba tiempo.
Por orden de Reagan, los emisarios de ambos hombres volvieron a reunirse durante 10 minutos a las 10 de la noche. Para las 11, Reagan ya sentía que el tiempo se le echaba encima, tenía que decidirse o arriesgarse a proyectar una imagen de caos y debilidad. John Marsh, hombre cercano a Ford, se reunió en privado con el ex Presidente y le dijo que el momento de decidirse había llegado. Ford dijo que si no le otorgaban más tiempo, no podía aceptar. Se vistió y se dirijió a la suite de los Reagan para comunicárselo en persona al interesado.
Simultáneamente, William Brock, que se encontraba en el Joe Louis Arena, recibió una llamada de Robert Barrett informándole que la cosa estaba a punto de romperse. Preocupado, Brock ordenó a los Senadores Dole y Baker que fueran rápidamente al Hotel a hablar con Ford para hacerle recapacitar. Dole y Baker abandonaron el centro de convenciones, pero no llegaba el coche que debía llevarlos al Hotel Plaza. Por lo que tuvo que ser un oficial de policía el que los llevara en su coche. También se apuntaron al viaje el Senador John Warner, de Virginia, y su mujer, la actriz Elizabeth Taylor.
Pero ya era demasiado tarde. Ford ya había visitado a Reagan para rechazar la oferta. El candidato ya no podía concederle más tiempo. "Quiero ir con George Bush", anunció Reagan a su equipo. A las 11,42 de la noche telefoneó a Bush, que se alojaba en el Hotel Pontchartrain. Bush estaba abatido. La CBS había llegado a anunciar de forma oficial el "dream ticket Reagan-Ford". Creía que ya no tenía opciones. "Bien, en vista de los acontecimientos del día, debo confesar que estoy sorprendido, pero al mismo tiempo estoy encantado. Puedo hacer campaña con entusiasmo por su elección y por la plataforma. Gracias, señor", fue la rápida respuesta de Bush a la oferta.
Reagan salió hacia la Convención para hacer público él mismo su selección aquella misma noche. En el trayecto, su comitiva se cruzó con el coche de policía que trasladaba a los sufridos Dole y Baker pensando que todavía podían convencer a Ford. La noticia circuló entre los delegados. "¡Es Bush! ¡Es Bush!". Reagan lo confirmó en el podium. "Hemos hablado sobre esto y aquello, y (el Presidente Ford) cree profundamente que puede ser de mayor valor como el ex Presidente que hace campaña con sentimiento, lo que ha prometido hacer, que como miembro del ticket. Recomiendo a esta Convención que mañana, cuando la sesión se reanude, George Bush sea nominado."
En nombre del pragmatismo electoral, el pacto de Detroit fijó parcelas de poder para el Establishment, y para contentar a los más conservadores se convino un protocolo sobre la Trilateral con el fin de los ataques y el alejamiento de Bush de la organización. Así se firmó la constitución de un ticket que haría historia en las dos próximas elecciones presidenciales. Un matrimonio de conveniencia de última hora que pocos veían posible entre dos hombres que recelaban el uno del otro. Tal vez era inevitable.
Video: ya tenéis disponible en Youtube el discurso completo del Gobernador Reagan (45 minutos) ante la Convención Republicana, pronunciado el jueves 17 de julio de 1980. Lo ha subido el GOP.
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17 comentarios:
Excelente artículo. No sabía muchas cosas.
Brutal. Sabía que Bush buscó la vicepresidencia cuando Ford se convirtió en presidente, ¿cuál fue la otra?
En el 68. A través de su padre que conocía a Nixon. Su apdre le escribió una carta a Nixon para que lo considerara. Pero no se lo tomó muy en serio proque entocnes Bush apenas llevaba 2 años en el Congreso. Luego en el 70 se presentó al Senado y peridó, se quedó sin nada, y Nixon lo nombró embajador ante la ONU.
En el 74 también la pretendió sí.
Apasionante artículo, està claro que a Bush le llegó la suerte al final. Y lo que en principio parecía una pareja imposible al final hizo Historia. Gracias al tirón de Reagan, claro.
¿Es concebible que Bill Clinton sea vice con Hillary de presidenta?
Para ser Vicepresidente no hay límites. Pero en ese caso habría un problema. Clinton no podría elevarse a la Presidencia si la Presidente se muere o dimite. Tendría que ser el Speaker of the House. Ese problema no existía con Ford porque nunca llegó a ser un Presidente elegido.
Está claro que Bush fue un hombre afortunado. Se valió de sus contactos para subir dentrod e la administraicón y el partido.
Aún hoy en día, resulta difícil de creer cómo un ex director de la CIA, ex Embajador en la ONU, etc. pudo llegar a ser un candidato serio en las primarias. Sin tener apenas experiencia en cargos electos, ni ser una celebridad. Está claro que tenía muchos amigos, y muchos financiadores. Contaba con más dinero que Reagan en la campaña para la nominación.
Y tampoco falta quien sostiene que ese constante "necesito más tiempo" de Ford era en realidad porque el propósito de Ford era que Bush fuese el running-mate. Como que quería dejar a Reagan sin tiempo al final de optar por una alternativa, y tuviera que recurrir a Bush. O a Howard Baker que era la otra opcións eria. Aunque al pobre lo estaban utilizando de mediador.
Baker hubiera sido no sòlo un buen vice sino incluso un buen presidente. ¿Nunca se presentó como candidato? Yo creo que lo reunía todo.
¿Exactamente por qué no podría? ¿Por haber consumido dos mandatos previamente?
¿No podría ser presidente en un tercer mandato como Putin en Rusia, tras haber habido otros intermedios?
Si se me permite la intromisión, creo que el problema radica en el hecho de haber sido presidente electo.
Clinton ha sido electo dos veces y ha completado los dos mandatos. No hay manera. Lo que no sé es si podría ser si se tratara de un Presidente de un sólo mandato. No lo tengo claro.
Howard Baker sí se presentó ese mismo año 1980, pero se retiró después de New Hampshire y dio su apoyo a Reagan. El problema de Baker es que era Líder de los republicanos en el Senado y no renunciaba a hacer su trabajo en el senado por la campaña. Y asíe ra imposible ser comeptitivo en una campaña.
Mega-post! qué gozada.
¿Y no hubiera dejado su puesto al Senado si le llegan a ofrecer ser VP?
Por supuesto que lo dejaría todo por ser vice. Otro Baker que podrìa haber sido un buen presidente era James, el ex secretario de Estado. ¿Éste tuvo alguna carrera electoral?
No. Jim Baker no ocupó cargos electos. Fue uno de los abogados más famosos de Texas en los años 60 y 70, concretamente en Houston. Y tuvo algunos cargos menroes en la administración. Muy amigo de la familia Bush. Dirigió la campaña presidencial de Bush en 1980 precisamente. Luego cuando Bush se unió a Reagan, Baker se unió también al equipo de Reagan, y fue nombrado Jefe de Gabinete de Reagan (1981-1985). Seguramente el mejor Jefe de Gabinete que ha habido en muchos años. En el 84 fue chairman de la campaña de reelección de Reagan. Y luego Secretariod el tesoro en el segundo mandatod e Reagan.
Hasta que Bush lo elevo a Secretario de Estado en 1989. Y dimitió a mediados de 1992 para hacerse cargo de la campaña de reelección de Bush que estaba en problemas. En 2000 también fue alr escate de Bush hijo a Florida. Fue su abogado durante los interminables recuentos de votos en Florida.
Siempre estuvo trabajando para otros. Pero sí que hubiera sido un buen candidato a cualquier cosa. Es un tipo con carisma.
¿Y por qué Kissinger no gustaba a la gente de Reagan? De todos modos, Reagan cuenta en sus diarios que trabajaba para él, viajando y haciéndole informes de política exterior.
Porque lo consideraban un tipo sin escrúpulos, sin ideología, además de ser un abogado de la Chase Manhattan y los Rockefeller que ha sido toda la vida. Los seguidores de Reagan querían imponer una tabla moral para la política exterior. Para Kissinger era lícito hacer negocios con cualquier tirano, llegar a acuerdos de coexistencia con los soviéticos, etc. para los seguidores de Reagan todo eso era una señal de la decadencia moral de América. A los soviéticos había que derrotarlos, no coexistir con ellos.
Aquí en argentina, hay una banda de reggae que me gusta mucho, se llama resistencia, y tiene un tema que le dedican a este señor que está mencionado aquí en el titulo. Dice más o menos así:
"La masacre ahora es legal si el q mata es Bush
el mundo no se horroriza si el q mata es Bush
y se unen las naciones a matar con Bush
y el resto solo mira como mata Bush."
te cuento que soy Ana Lucia de http://chiflame.net/, un sitio que creamos con un compa de la facu para ayudar a los bloggers a que puedan conseguir enlaces y aumentar las visitas a sus blogs, un beso
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