Había en el estrado sólo tres candidatos que importaban en el debate demócrata de ayer en Iowa. Todos sabemos quiénes son. Los mismos tres que importan en el resto de estados en disputa, y en el mismo orden. Ninguno cometió meteduras de pata garrafales, ni hubo nada que pueda resultar en principio impactante en los sondeos de la intención de voto en estas últimas semanas que conducirán al Caucus. Buscando el símil futbolístico, ninguno quería ayer perder el partido e imperó la estrategia del control de la pelota, con abundancia de pases horizontales, poco juego vertical, y ningún desmarque.
La alta tensión que se vive en la carrera no se vio reflejado en un encuentro en el que un observador imparcial pudo distinguir muy pocas diferencias en el fundamento de los diferentes discursos. También faltó algo de morbo. El único intercambio morboso se produjo al ser Barack Obama cuestionado sobre cómo pretendía ofrecer una visión diferente de la política exterior teniendo en nómina a un equipo plagado de ex asesores de los Clinton. "Tengo ganas de escuchar eso", dijo la ex Primera Dama. A lo que un sonriente Obama respondió tras una pausa, "Hillary, espero que tú también me asesores". Obama se llevó el intercambio. Puede que esto resulte en el ranking de simpatía.
Pero el grueso del debate giró entorno a los asuntos económicos. Si el día anterior los candidatos republicanos habían abogado por eliminar los impuestos estatales y reducir el impuesto a las ganancias corporativas, ayer los demócratas coincidieron con estos en su inclinación por la responsabilidad fiscal, pero prometieron eliminar las reducciones de impuestos a los ciudadanos con mayores ingresos. Se notó la comodidad de Hillary Clinton al tratar políticas concretas, algo que le permitía fardar de mayor experiencia que sus oponentes, y volvió a utilizar el habitual recurso de mencionar "los años 90" -referencia indirecta al apellido Clinton- como ejemplo de equilibrio presupeustario y cuentas saneadas.
"Si podemos entrar en un camino hacia el crecimiento sostenido, si podemos poner fin a la guerra de Iraq, terminar con algunas de las lagunas jurídicas que han estado atascando el sistema, entonces creo que podríamos volver al camino para equilibrar el presupuesto", dijo el Senador Obama. Son palabras vacías en contenido, pero suenan bien en su boca. Mantiene el tipo.
El Senador John Edwards centró sus esfuerzos en atraer la atención de la masa de indecisos descontentos que no termina de decantarse por ninguno de ellos. Con grandes dosis de populismo, firme en la temática de su campaña -la pobreza-, insistió en "recordar que en algún lugar de América, esta noche un niño se irá a la cama con hambre". También volvió a agitar las conciencias de los que creen que con votar a un demócrata como Hillary u Obama todo está hecho. "Las compañías de seguros, las compañías farmacéuticas, las petroleras... algunos argumentan que podemos sentarnos en una mesa y entregarán voluntariamente su poder. Eso es fantasía".
Lo más sorprendente fue la ausencia de preguntas sobre terrorismo, Iraq o inmigración ilegal. Para ver el debate.
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2 comentarios:
El debate demócrata fue bastante más ágil que el republicano, supongo que por haber menos candidatos (Gravel y Kucinich se han retirado?), pero este formato sigue siendo insoportable. Lo interesante sería que los candidatos pudieran hacerse preguntas. Sobre los candidatos, Edwards es un pesado y Obama parece mucho más sólido que hace un tiempo, almenos es la sensación que me dio.
El problema de estos debates, es que a los candidatos les basta muchas veces con aprenderse de memoria unas cuantas rfases para exponerlas. Al no haber diálogo cruzado, no ven peligrar la exposición que ya traen preparada de casa. No hay nada que los haga dudar, tartamudear, ignorar datos.... como podría ser el caso si hubiera sólo dos candidatos y se estuvieran cruzando palabras continuamente.
La exclusión de Kucinich y Gravel es muy extraña. El Des Moines Register dice que no cumplen con los criterios. Pero eso no es comprensible, cuandod ejan participar a Alan Keyes para enrredar el debate republicnao. Una vez más, extrañas maniobras de la prensa demócrata.
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