Con los sondeos cada vez más igualados, Hillary Clinton y Barack Obama pasaron la víspera del SuperMartes en los estados del Noreste, ricos en votos y delegados. Hasta hace poco, Hillary era la gran favorita en esa región, pero los últimos sondeos hablan de una lucha cerrada. La Senadora Clinton nos volvió a ofrecer una nueva sesión semi-lacrimógena de víspera electoral. Esta vez fue en la Universidad de Yale, en New Haven, Connecticut, al ser introducida por un antiguo profesor. Pero esta vez sugirió que las lágrimas se debían a la nostalgía, no a la desesperación.
Más tarde, confiada en ganar en Massachusetts, se pasó por Dorchester, y por la Clark University de Worcester, donde cambió de tono para mostrarse combativa y dispuesta a pelear por la nominación hasta la primavera si hiciera falta. También Barack Obama hizo un pequeño alto en Massachusetts, en el Sur de Boston. Sus opciones de ganar en esa plaza siempre fueron escasas a pesar de contar con el apoyo del Gobernador Deval Patrick, y su objetivo era lograr un resultado mejor de lo esperado que le proporcionara un número de delegados similar al de la ganadora. Pero el último sondeo de Suffolk University habla de un empate técnico. Obama tendría opciones reales de dar la sorpresa en Massachusetts. Dos factores estarían jugando a su favor en este estado liberal: el apoyo de la familia más célebre del lugar, los Kennedy, y la utilización de la guerra de Iraq como fácil argumento contra Hillary.
El Senador Obama visitó después East Rutherford, en New Jersey, y Hartford, en Connecticut. Dos plazas consideradas hasta hace bien poco territorio Hillary. Puede ser un buen síntoma para Obama que la campaña demócrata se cierre con los dos candidatos concentrados en estados teóricamente afines a Hillary. Obligando a la ex Primera Dama a limitarse a conservar lo que ya tenía, y evitar así que tenga tiempo de ir a la ofensiva en territorio de Obama.
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