Mitt Romney lo deja

Parece que Bill Kristol llevaba razón cuando especulaba en plena noche del SuperMartes ante las cámaras de Fox News, con un anuncio de retirada de Mitt Romney ante el Conservative Political Action Conference (CPAC). Eso mismo es lo que ha ocurrido. El candidato suspende su campaña presidencial. Ver el anuncio (Real Player). Lo que habría terminado de decidir al Gobernador Romney son sus penosos resultados en California. El reparto de delegados en el golden state ha terminado siendo escandalósamente favorable a John McCain -149 a 6 de momento-, quien habría ganado en la mayoría de distritos, y estaría aumentando notablemente en las últimas horas su ventaja en el número total de delegados. Lo que parecía sería una ventaja de 300 delegados, se ha convertido ya en una de 400.

Viendo ese panorama, las aspiraciones de Romney se reducían a buscar su nominación para la Vicepresidencia. Con dos caminos a elegir. Ninguno seguro. Una opción era seguir adelante con la campaña en la esperanza de acumular el máximo de delegados posible para reivindicarse ante el nominado como su selección inevitable para running-mate. Eso sí, a costa de enconar más la enemistad con McCain. Una opción demasiado arriesgada. Pero la alternativa, la que ha tomado, no es menos arriesgada. Retirarse caballerosamente para dentro de un tiempo decidir apoyar a McCain, y entregarle delegados y abrazos. De momento no ha decidido apoyar a McCain, pero no lo dudéis, tarde o temprano lo hará. Esperando así ganarse su aprecio y ser el "elegido" para acompañarle, pero también arriesgando a pasar demasiado pronto a un segundo o tercer plano en las preocupaicones y planes del front-runner.

Es el triste final para una campaña bien organizada que quiso competir en serio contra pesos pesados de la escena nacional. El New York Times calculaba hoy que cada uno de los delegados conseguidos le han supuesto una inversión de 654,000 dólares. Sus delegados han resultado ser los más caros de este ciclo electoral, y cuando eso ocurre es porque algo no marcha bien en la estrategia o en el propio candidato. En el caso de Romney el problema no ha estado en la mala logística o la falta de inteligencia estratégica. Han sido las condiciones insalvables de la persona que no comprende el por qué, haciendo lo que hay que hacer y siendo como hay que ser, tiene mayor dificultad que los demás para ganarse el amor y afecto de los votantes. La suerte tampoco le ha acompañado.

El espinoso asunto del flip-flopping siempre ha estado acechando para evitar que el candidato levantara el vuelo. Ha sido una pesada carga que ha influído en su relación con el electorado. Pero no nos engañemos, si Romney hubiera empezado el camino ganando sin problemas el Caucus de Iowa, como tenía previsto desde hace meses, tal vez hoy estaría en el lugar de McCain. Esto nos lleva a la gran clave: el mormonismo. Sin ese punto débil, probablemente Huckabee no hubiera surgido como lo hizo entre el electorado evangélico de Iowa.

El equipo de Romney no contaba con la aparición de Huckabee. Trastocó sus planes. Su idea era competir contra dos pesos pesados -Giuliani y McCain- que generaban dudas en diferentes sectores dentro de la coalición de votantes que había apoyado a Bush en 2004. Hasta entonces estaban trabajando bastante eficazmente en hacer de Mitt Romney el candidato en el que pudieran converger conservadores sociales y conservadores fiscales. Pero el efecto Huckabee lo alejó de una parte fundamental de los primeros.