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Los dos grandes partidos cortejaron al General Dwight D. Eisenhower, el líder militar más popular de la Segunda Guerra Mundial, para que fuese su candidato para las elecciones presidenciales de 1948. Pero este descartó los ofrecimientos sin llegar a mostrar su preferencia por uno u otro partido. Con Eisenhower fuera de juego, la competición por la nominación republicana se redujo a seis nombres: el Gobernador Thomas Dewey, de Nueva York, nominado en 1944; el Senador Robert Taft, de Ohio; el ex Gobernador Harold Stassen, de Minnesota; el Senador Arthur Vandenberg, de Michigan; el Gobernador Earl Warren, de California; y el General Douglas MacArthur.
El Gobernador Dewey era el front-runner. Considerado líder del establishment del partido, en 1946 había logrado la reelección en Nueva York con el más alto número de votos logrado jamás por ningún candidato en el estado. Había hecho una pequeña fortuna gracias a la práctica privada de la abogacía en Wall Street, antes de entrar en el servicio público como fiscal del Distrito Sur de Nueva York. Hombre elegante y atildado, la hija de Teddy Roosevelt lo había descrito como "el hombrecillo que ponen sobre la tarta de bodas." Dewey contaba para su campaña presidencial con el importante apoyo de los principales medios de comunicación de tendencia republicana, como Time, Life, y el New York Herald.
Robert Taft era conocido por ser un crítico inflexible de los programas del New Deal en el interior, y se oponía frontalmente a la política de alianzas internacionales establecida en los primeros años de la Guerra Fría, abogando por una vuelta al aislacionismo de los años 20. De Taft se creía que era demasiado conservador para ganar una elección presidencial. Sus apoyos se limitaban a unos cuantos estados del Medio Oeste. El Gobernador Earl Warren era un desconocido fuera de California. Y el General MacArthur renunció a hacer campaña activa, ya que se encontraba en Japón como Comandante de las fuerzas ocupantes.
El "candidato sorpresa" fue Harold Stassen, el "chico maravilloso" que diez años atrás se había convertido en Gobernador de Minnesota con sólo 31 años. En 1945 había integrado el comité fundador de las Naciones Unidas. Internacionalista convencido, Stassen era el más liberal de los aspirantes republicanos, aunque muchas de sus opiniones destacaban por su ambigüedad. Sorprendió a Dewey en las primarias de Wisconsin y Nebraska, convirtiéndose en su principal rival para la nominación. Pero cometió un error de cálculo al dejarse llevar por la euforia y creerse capaz de derrotar a Taft en Ohio. Taft venció sin problemas en su estado natal, y Stassen se ganó la activa enemistad de los conservadores. A pesar de ello, seguía por delante de Dewey en las encuestas para la primaria de Oregon.
Concienciado de que una nueva derrota en Oregon acabaría con sus opciones de hacerse con la nominación, Dewey envió a toda su potente maquinaria política a trabajar el voto en Oregon, y pidió un debate público con Stassen. El debate fue emitido en directo a través de la radio nacional -el primer cara a cara presidencial radiado de la historia. La legalidad del Partido Comunista de EEUU se convirtió en el tema central de la discusión. Stassen, a pesar de su reputación de liberal, argumentó en favor de la ilegalización de los comunistas, mientras Dewey se manifestó en contra. "No puedes disparar contra una idea con una pistola", fue la frase más recordada de Dewey, a quien los observadores consideraron vencedor del debate. Pocos días después, Dewey derrotó a Stassen en la primaria de Oregon, y logró el ansiado momentum.
La Convención Nacional Republicana abrió sus puertas el 21 de junio en Philadelphia. Thomas Dewey llegaba con una considerable ventaja en delegados, aunque no tenía suficientes para salir nominado en una primera votación. La clave estaba, una vez más, en algunos "hijos favoritos" que retenían el apoyo de sus delegaciones en la esperanza de forzar su postulación como candidatos de compromiso. Por ejemplo, el Senador Edward Martin, de Pennsylvania, controlaba 73 delegados. Si alguno de los favoritos quería esos votos, tendrían que hablar con él.
Dewey estableció su cuartel general en el Bellevue-Stratford Hotel y envió a sus hombres a hacer de Santa Claus con los delegados. Regaló boquillas para cigarrillos, ceniceros, y cajas de cerillas para hombres, pintalabios y lencería para sus mujeres, y refrescos para todos por cortesía de su amigo el presidente de la Pepsi-Cola. Harold Stassen no se quedfó atrás y repartió entre los indecisos 1,200 libras de queso de Wisconsin. Los seguidores de Taft llamaron la atención de prensa y público paseando un bebé elefante por el Convention Hall.
Tuvo lugar la primera votación, y Dewey confirmó su favoritismo, haciéndose con el apoyo de 434 delegados. El Senador Taft quedó en segundo lugar con 224 votos, seguido de Stassen con 157. Los rivales de Dewey pidieron un receso de unas horas con la idea de conformar una coalición de Stop-Dewey. Taft, Stassen y Arthur Vandenberg se reunieron en la suite del primero, pero fueron incapaces de acordar a cual de los tres debían apoyar los otros dos. Se limitaron a seguir compitiendo por libre esperando evitar que Dewey lograse el número de delegados necesario.
En una segunda votación, Dewey amplió su mayoría hasta los 515 delegados. Los "hijos favoritos" se iban decantando a su favor, y se situaba a sólo 33 delegados de asegurar la nominación. Taft, consolidado como primera alternativa a Dewey, telefoneó a Stassen para exigir su retirada y pedirle su apoyo. Pero ante la negativa de este a apoyarle, Taft escribió un discurso de concesión y lo leyó justo antes de la tercera votación. Dewey fue nominado con 1,094 votos.
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Los sondeos señalaban amplias ventajas de dos dígitos para Dewey. Cuatro años atrás, Dewey había perdido muchos votos al permitir que el Presidente Franklin Roosevelt plantease la disputa electoral en términos de batalla partidista. Por eso, en 1948 su estrategia pasaba por situarse por encima de las divisiones partidistas. Evitó atacar directamente a Truman, y abusó de una retórica llena de lugares comunes y frases vacías sin contenido real. Una editorial del Louisville Courier-Journal lo describió así: "Ningún candidato presidencial en el futuro será tan inepto que cuatro de sus principales discursos puedan reducirse a estas cuatro sentencias históricas: 'La agricultura es importante'. 'Nuestros ríos están repletos de peces'. 'No puedes tener libertad (freedom) sin libertad (liberty)'. 'Nuestro futuro nos espera'."
Por contra, el Presidente Truman adoptó una estrategia agresiva. Ridiculizó la obsesión de Dewey por presentarse como un candidato no partidista, criticó su resistencia a pronunciarse sobre políticas concretas, y atacó con desprecio al Congreso controlado por los republicanos -lo definió como "el Congreso que no hace nada." Dewey no salió en defensa de los legisladores republicanos, y se evidenciaron las diferencias existentes entre el liderazgo conservador del Congreso y la plataforma política aprobada en la Convención Republicana que abogaba por la expansión de la Seguridad Social y la legislación de derechos civiles, o la promoción federal de la sanidad y la educación. A pesar de todo, los sondeos de opinión seguían asegurando que la ventaja de Dewey era irreversible. Ni siquiera el entorno de Truman creía en el milagro y concebía la campaña como un "último hurra".
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