Este fin de semana un sondeo de Rasmussen nos ha sorprendido acercando la carrera por el escaño del demócrata Chirs Dodd en Connecticut a la columna de carreras competitivas. Sitúa a la republicana Linda McMahon a sólo siete puntos de su rival demócrata Richard Blumenthal, y confirma un sondeo previo de la Universidad de Quinnipiac que ya había reducido hace días la diferencia a menos de diez puntos. A principios de año Blumenthal le sacaba 30 puntos porcentuales en un hipotético cara a cara.
McMahon es la quintaesencia de lo que toda la vida se ha conocido por outsider en la política norteamericana. A principios de los años 80 fundó con su marido Titan Sports, la corporación matriz de la World Wrestling Entertainment Inc., la promotora de lucha libre más grande del mundo, con sede en Stamford, Connecticut, de la que fue presidenta hasta el año pasado. Entró en la competición para el Senado sin ninguna experiencia directa ni indirecta en la política profesional y su sorprendente ascenso en las encuestas empezó en las internas republicanas.
Los líderes del Partido Republicano de Connecticut emprendieron en 2009 la típica campaña de draft o llamamiento para reclutar al que creían que podía ser el republicano más viable para hacerse con el escaño de Dodd, el ex Congresista Rob Simmons. Este era el candidato favorecido por la maquinaria del partido y enfrente tenía como alternativa a Peter Schiff, el hombre apoyado por el Tea Party. Pero de ninguna parte surgió Linda McMahon que apoyándose únicamente en su fortuna personal logró persuadir a los líderes del partido de que la apoyaran a ella en detrimento de Simmons en la convención estatal del partido celebrado en mayo.
Sus rivales intentaron sin suerte explotar en su contra su condición de magnate de la industria de la lucha libre, explotaron los escándalos de los esteroides y las muertes de luchadores en la WWE, y llegaron a utilizar imágenes suyas en el rin simulando patadas a hombres en la entrepierna para fabricar spots televisivos. Pero su ascenso dentro del partido ha sido irresistible. La semana pasada ganó la primaria con cierta comodidad después de gastarse la impactante cantidad de 22 millones de dólares de su propio bolsillo. Ahora deberá enfrentarse al popular candidato demócrata Richard Blumenthal, veterano fiscal general de Connecticut y favorito absoluto para ganar en noviembre en un estado de marcada tendencia demócrata.
Los republicanos tratan de hacer un paralelismo entre esta carrera y la que tuvo lugar en la vecina Massachusetts en enero para reemplazar a otra leyenda demócrata en el Senado. El potencial de McMahon es indiscutible. Moderada en asuntos sociales, es una conservadora estricta en materia de impuestos, déficit y regulaciones, con talento para defender sus argumentos en los medios. Su enorme fortuna le permite mantenerse alejada de las contribuciones de los grupos de intereses especiales y eso da credibilidad a su papel de renegada que actúa desde fuera del sistema. También libera a su partido de tener que financiar una carrera que puede salir cara o cruz, al tiempo que obliga al comité de campaña de los demócratas a destinar fondos nacionales para conservar un escaño que tenía que estar a salvo.
Video: la señora McMahon en el rin.
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