Rodeada por su marido, la ex Secretaria de Estado Madeleine Albright, y el General Wesley Clark entre otros, la ex-front-runner demócrata ha dado por concluído el mal trago de esta noche dirigiéndose a sus ansiosos seguidores. Sin mostrarse demasiado combativa -el error de Howard Dean hace cuatro años en esa misma situación-, ha vuelto a insistir en sus dotes de liderazgo y su preparación para el puesto de Comandante en Jefe.
El problema que se le presenta ahora a la Senadora Clinton es la impresión favorable que la victoria de Obama pueda generar entre los pesos pesados del partido. Un candidato carismático, bien organizado y bien financiado... es una gran tentación para muchos de esos insiders que apoyaban a Hillary. Sabe que si pierde el favor del aparato, estará perdida. En cinco días se la juega.
viernes, 4 de enero de 2008
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