Caliente fue el debate de anoche entre los tres precandidatos demócratas que aún siguen en pie. En Myrtle Beach, Carolina del Sur, destacó el fuego cruzado entre Hillary Clinton y Barack Obama. Ninguno de los dos se contuvo esta vez de hacer daño -o al menos intentarlo- en los puntos débiles del adversario. La hostilidad que se venía arrastrando en los días previos, reflejado en el enfrentamiento de Obama con el marido de su rival, sirvió al espectáculo. "A veces no puedo decir contra quién estoy compitiendo", dijo Obama después de una semana en la que Bill Clinton -el Santo Bill para los demócratas- se ha convertido en el encargado de atacarle en público.
Los dos front-runners se acusaron mutuamente por sus antecedentes, rescatando detalles para hacer daño. "Mientras yo estaba trabajando en esas calles viendo a esas personas que veían cómo sus trabajos se iban al extranjero, tú eras una abogada corporativa en la junta de Wal-Mart", acusó Obama a Hillary, a lo que esta respondió, "yo estuve combatiendo ideas cuando tú estabas practicando la abogacía y representando a tu contribuyente Rezko en sus negocios de patrón de barriada en Chicago". Una hiriente referencia al escándalo Rezko.
El argumento principal de Hillary para descalificar a Obama volvió a ser la insustancialidad de su mensaje. Repitiendo que es difícil obtener de él una respuesta clara a ninguna pregunta sobre políticas concretas, relacionó esa línea de actuación del Senador con su historial como legislador estatal en Illinois. "Votó 130 veces 'presente' cuando estaba en el Senado de Illinois. Eso significa no votar ni a favor ni en contra". Obama cuestionó la honestidad de Hillary y la acusó de distorsionar y tergiversar su historial y sus posiciones.
Los otros dos protagonistas -ausentes- de la noche fueron Ronald Reagan y John McCain. El Senador Obama sigue pagando caro entre los demócratas más fanáticos sus incomprendidas palabras de elogio de hace una semana hacia el ex Presidente republicano, un hombre inmensamente popular entre la vasta mayoría de americanos, pero denostado por los activistas demócratas de toda la vida. Obama supo defenderse astutamente al señalar que en un pasaje de un libro de Tom Brokaw, era la Senadora Clinton quien hablaba bien de la figura de Reagan.
La prominencia de John McCain en la carrera republicana le sirvió al tercero en discordia, John Edwards, para poner en entredicho la competitividad de Hillary y Obama. El ex Senador por Carolina del Norte vovió a insistir en que sus raíces sureñas le convierten en el candidato ideal para ejecutar una verdadera campaña nacional, en todas las regiones de la Unión, contra un rival potente como McCain. Hillary Clinton argumentó que ella era la mejor candidata para enfrentar la evidente ventaja de McCain en Seguridad Nacional -sin dejar claro en qué se basa su supuesta experiencia en ese terreno.
Otros puntos de desencuentro fueron los planes de asistencia sanitaria y el NAFTA -Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Hillary y Edwards unieron sus fuerzas para defender el caracter obligatorio de sus planes sanitarios, frente al plan de subvenciones de Obama. Y Edwards volvió al mensaje localista de populismo económico al utilizar el NAFTA para hacer un guiño a los trabajadores locales, y atacar a sus dos rivales -especialmente a los Clinton. "Carolina del Sur ha sido devastada por el NAFTA y los acuerdos comerciales". Algo en lo que también coincidió Obama, quien por otra parte recordó a los votantes que Edwards había votado en el Senado a favor de tratos comerciales permanentes con China. Ver en video el debate aquí.
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