"Esto marca el comienzo de un retorno", ha dicho el Gobernador Mitt Romney al celebrar su victoria en un abarrotado pequeño salón del Embassy Suites Hotel de Southfield, en los suburbios de Detroit. A pesar de tratarse de su estado natal, la victoria de esta noche representa el aprobado de una prueba de superación en la trayectoria de Romney como candidato en estas elecciones.
Acostumbrado a ir en cabeza en los sondeos de los últimos meses del pasado año, sus segundos puestos en Iowa y New Hampshire representaron una enorme decepción difícil de disimular. Pocos confiaban en que pudiera cambiar el chip y hacer campaña desde la adversidad. Hace justo una semana ponía sus pies en Michigan con John McCain en primera posición y al alza. Pero esta vez, renunciando a la publicidad negativa por televisión, y concentrándose en recorrer el estado sin descanso, ha logrado prevalecer y superar la desventaja de su posición de salida.
Es comprensible su euforia de esta noche. No es sólo un alivio. Es algo más. La condiciones adversas en las que se plantó en Michigan, le han obligado a trabajarse cuidadosamente un estado que de llegar fuerte no hubiera necesitado trabajar, y en ese proceso Romney ha tenido la posibilidad de definir el gran tema de su campaña: la economía y el empleo. Su campaña sale revitalizada gracias al fuerte contenido económico que Michigan ha proporcionado a su discurso. Lo que le otorga una efectiva ventaja en un debate -el económico- que no parece ser el punto fuerte de sus rivales -salvo Giuliani.
martes, 15 de enero de 2008
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