La Senadora Hillary Clinton se aprovechó ayer de las polémicas declaraciones de Obama sobre las gentes de "pueblo pequeño", para presentarse como alternativa ante los votantes de Indiana. En ese estado también abundan los ofendidos portadores de armas y seguidores de Jesucristo, esos personajes amargados y resentidos en los mundos de Obama. Hillary se encontró con una oportunidad única para asociar la candidatura de su rival con las actitudes que han distanciado al Partido Demócrata de muchos votantes del corazón del país.
El problema para la Senadora Clinton reside en que a muchos cuesta creer que una snob de Nueva York tenga una visión diferente de un snob de Chicago. El mismo mal afectó al snob de Boston que presentaron hace cuatro años, a pesar de una indudable voluntad por ganarse el favor de las gentes de "pueblo pequeño" disfrazándose de cazador de patos. A Hillary tampoco le falta voluntad. Ayer nos habló en Indianapolis de la Segunda Enmienda y la fe en Dios. Eso sí, al igual que John Kerry, Barack Obama, y otros, renunció a apoyar sus declaraciones en las realidades de su historial legislativo al respecto de esas cuestiones. Prefirió presumir de antecedentes familiares que la unen al Medio Oeste.
(...) "Sabéis, los americanos que creen en la Segunda Enmienda creen que es un asunto de derechos constitucionales. Los americanos que creen en Dios creen que es un asunto de fe personal. Los americanos que creen en proteger los buenos empleos americanos creen que es un asunto sobre el Sueño Americano. La gente de fe que conozco no se aferra a la religión porque están amargados. La gente no abraza la fe porque sean materialmente pobres, sino porque son espiritualmente ricos. Nuestra fe es la fe de nuestros padres y nuestros abuelos. Es una expresión fundamental de quién somos y en qué creemos." (...)
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1 comentario:
El caso es que a estas alturas no creo que haya muchos que se crean las palabras interesadas de Hillary.
Me parecen que estos dos se encargan de perder las elecciones (méritos hacen) y de paso terminar de hundir el Partido Demócrata.
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