martes, 18 de septiembre de 2007

El mejor momento de un Presidente

Continuando con la serie de videos históricos...

... fue a las 21 horas (hora del Este) de un 6 de marzo de 1991. Una noche triunfal para un Presidente gris que hasta entonces había tenido que vivir bajo la alargada sombra de un antecesor de carisma desbordante. Sólo unos días antes Saddam Hussein se había rendido y aceptado las condiciones impuestas por las Naciones Unidas. Tras varias semanas de bombardeos aéreos y ofensiva terrestre, los iraquíes habían sido expulsados de Kuwait y las fuerzas de la coalición habían llegado a sólo 150 kilómetros de Bagdad. La coalición sólo había sufrido 378 bajas frente a las 25,000 de las fuerzas iraquíes. La operación había sido un éxito visible.

El Presidente George Bush se disponía a dirigirse a los líderes del Congreso y a toda la Nación de forma solemne en horario de máxima audiencia. Recibiría una de las mayores ovaciones que haya recibido nunca un Presidente ante una sesión conjunta de las dos cámaras del Congreso de los Estados Unidos. Demócratas y republicanos aplaudieron su liderazgo en la crisis y se preparaban para escuchar lo que la Casa Blanca había presentado en las horas anteriores como un discurso que serviría como punto de arranque a la política exterior norteamericana de la década que acababa de comenzar, y la configuración de un nuevo Nuevo Orden Mundial. George Bush se disponía a convertirse en el Harry Truman de la post-Guerra Fría con un mensaje claro que dejaba entrever desde el comienzo del conflicto del Golfo, que aquello era visto como una oportunidad para reafirmar la posición dominante de EEUU para el futuro. "Somos la Nación que puede moldear el futuro" era el lema. El mundo debía tomar aquella oportunidad para hacer realidad la vieja promesa de un Nuevo Orden Mundial.

Por aquellas fechas ningún demócrata de peso se atrevía a desafiar la reelección de un líder que se encontraba en sus mejores horas como estadista internacional. Los dos favoritos para enfrentarle, Mario Cuomo y Dick Gephardt, renunciarían a presentarse, pensando más en hacerlo contra Dan Quayle en 1996. El resto ya es historia. La recesión económica, la pérdida de empleos, el compromiso del Presidente con el Congreso demócrata para aceptar un incremento de los impuestos, la frustración de las bases conservadoras con un líder poco dado a luchar con entusiasmo en favor de causas sociales y culturales, y la falta de un programa creíble para los asuntos de política doméstica, largamente descuidados, conducirían al Presidente hacia la derrota eletoral en 1992. Como consuelo le quedaría que su sucesor continuaría en lo esencial con una política exterior apoyada en los mismos términos que él había expresado, y el recuerdo de aquella noche de gloria. Aquí tenéis el video del discurso completo del Presidente George Bush ante el Congreso el 6 de marzo de 1991 (Real Player).

1 comentario:

octopusmagnificens dijo...

En España había quienes criticaban a Bush por no haber derrocado a Sadam Hussein. Eran los mismos que criticarían a su hijo por hacerlo...