Desde que en 1920 el pequeño estado de New Hampshire empezó a celebrar la primera elección primaria de cada ciclo electoral, sólo dos hombres han llegado a ocupar la Casa Blanca sin haber saboreado la victoria en las internas del estado de granito. Por contra, han sido hasta doce los candidatos que se han sentado en la Presidencia después de un largo camino que comenzó en New Hampshire. Lo que lleva a los analistas a la prudencia últimamente es que esas dos excepciones citadas son los dos últimos Presidentes, las dos experiencias más cercanas, Bill Clinton y George W. Bush.
Pero lo que Barack Obama pretendía confirmar anoche con una victoria en NH es otra estadística más decisiva. Desde que el Caucus de Iowa fue establecido como cita previa a la primaria de New Hampshire a finales de los años 60, sólo una vez un candidato -demócrata o republicano- que hubiera ganado ambas pruebas no terminó haciéndose con la nominación de su partido. Fue el Senador Ed Muskie en 1972. El primer año que se ponía a prueba el nuevo sistema. Muskie hizo valer sus credenciales de candidato preferido del aparato demócrata para imponerse en Iowa y NH. Pero no supo competir después frente a un George McGovern que conocía al dedillo el nuevo funcionamiento porque él mismo había presidido el panel encargado de diseñar el nuevo calendario que surgiría de la liberalización del proceso de designación. Un caso excepcional.
John Kerry en 2004 se apoyó en esa tradición para consolidarse como el nominado oficioso en cuestión de dos semanas ganando Iowa y New Hampshire. Es por eso que vistas las encuestas de los días previos, todos los expertos antes de la noche de ayer parecían señalar hacia la nominación de Barack Obama como candidato oficial por el Partido Demócrata. Dando por supuesto su triunfo en New Hampshire, ya se hablaba prematuramente de escenarios posteriores. Pero lo que falló en el plan fue precisamente lo que se daba más por supuesto. Ahora, esos mismos que hace 24 horas situaban a Obama en Denver aceptando la nominación del partido, pasan rápidamente al extremo contrario, el pesimismo. Otra exageración.
El Senador por Illinois tiene dinero, nombre y organización para continuar disputando la victoria con opciones hasta que el Supermartes establezca al favorito definitivo. Aunque Hillary Clinton recupera su privilegiada posición de salida. Los próximos desafíos para ambos están en Nevada el día 19 de enero, y Carolina del Sur el día 26. Obama, al igual que John Edwards o Bill Richardson, renunció a participar en la primaria de Michigan -a celebrar el día 15- después de que esta fue penalizada por el Comité Nacional Demócrata por adelantar su fecha en contra de las normas internas.
La única que competirá en Michigan es Hillary Clinton. Aunque debido a la penalización, no habrá ni un sólo delegado demócrata en juego, las gentes de Obama y Edwards hace días que comenzaron a articular ciertos movimientos que contemplarían la promoción de una candidatura uncommited -no asignada a ningún candidato concreto. El propósito sería avergonzar a Hillary Clinton con una derrota simbólica frente a una candidatura sin nombre. Un objetivo que parece complicarse con una Hillary con el viento a favor.
Pero Michigan será sólo una anécdota. Los focos mirarán hacia Nevada y su Caucus, que por primera vez en su historia tendrá un protagonismo especial en el proceso de nominación. A Nevada, el Senador Obama se dirige con el importante apoyo del sindicato de los Culinary Workers. Con más de 60,000 afiliados en el estado de Nevada, el papel de este sindicato se antoja crucial. A lo que hay que añadir el reciente endorsement de la sección local del Service Employees International Union (SEIU), que cuenta con unos 17,500 miembros en el estado. Ese potencial organizativo será lo que utilice el Senador por Illinois para enfrentar la incontenible atención mediática que su oponente recibirá en los próximos días por su victoria en New Hampshire.
El 26 de enero en Carolina del Sur los candidatos se encontrarán por primera vez con los votantes afroamericanos, de gran influencia en los procesos internos demócratas en los estados del Sur. Se calcula que el 30% de la población total de Carolina del Sur es afroamericana, y la causa racial sigue siendo el motor de su activismo político. Esta será la gran prueba para el primer candidato presidencial negro que no habla de cosas de negros.
Tras su victoria en Iowa, Obama parecía haber logrado prender la mecha en la comunidad afroamericana vendiendo el siempre sugerente sueño de tener a un político negro capaz de ganarse al país. La resurrección de Hillary puede devolver las cosas a donde estaban, con la mayoría de afroamericanos apoyando a la ex Primera Dama. Aunque aún no contamos con el impacto de los resultados de Nevada, el factor desestabilizador que supone la presencia de John Edwards, ni con la posibilidad de que pueda existir una especie de Efecto Bradley inverso, con los negros asegurando su voto a la blanca, con el corazón pidiendo votar al negro.
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3 comentarios:
Si pudieras abundar en que consiste el "factor desestabilizador" que representa Edwards en Nevada, según tenía entendido alli las cosas no le irían nada bien. Es que se piensa que podría apoyar a uno de los dos punteros.
No, en Nevada no. En Carolina del Sur. Es su estado natal y ya ganó allí en 2004. Puede lograr más votos de los que supuestamente corresponderían a cualqueir otro candidato que va como tercera opción. Por eso su protagonismo en Carolina del Sur podría perjudicar a alguno de sus dos rivales.
Entiendo.
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