
El economista Robert McElvaine, catedrático de Mississippi, apuntaba en un libro de 1987 que las dificultades que había generado el despertar de los mitos conservadores en un momento de crisis de los dos partidos, señalaban la necesidad de un nuevo sueño para movilizar las energías del país. Revelaba que la etiqueta "liberal" (en el sentido anglosajón) había perdido atracción y eficacia en la opinión pública norteamericana, y que cualquier contrarrevolución o nuevo movimiento debía escoger otra imagen distante a la vez del conservadurismo y del viejo liberalismo demócrata.
Su propuesta apuntaba hacia lo que se llamó en aquel momento Nuevo Progresismo. La búsqueda del respaldo de los sectores empresariales clásicos y de la joven industria que tenía ante sí el desafío de alcanzar altos niveles de competitividad para salir del marasmo al que le estaba condenando la mayor agilidad japonesa. McElvaine hacía un llamamiento al Partido Demócrata sobre la necesidad de resultar atractivo para los grupos económicos animados durante la euforia de la reactivación económica de los años 80. Lo hacía con claros guiños al Senador Gary Hart, de Colorado, para que este presentara su candidatura a la Presidencia para las elecciones de 1988.

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