El Gobernador Mitt Romney está buscando recuperar audazmente un argumento muy popular en la cultura política de los Estados Unidos. La limitación de la intervención federal sobre la legislación de cada estado. Hace un par de días, en una visita a Nevada, abogó en favor de un enfoque federalista para la resolución de preocupaciones prioritarias en el Oeste, como las políticas del agua o la gestión de las tierras. También abogó por otorgar mayor poder de decisión a los estados en materia de política educativa o aborto.
Censuró el Roe vs. Wade y defendió que las asambleas legislativas de cada estado puedan regular de manera independiente el aborto. Argumento muy popular entre los conservadores, muy bien estudiado y elaborado por muchos expertos legales en los últimos años, ya que deslegitima la decisión del Tribunal Supremo, no acusándola de inmoral, sino presentándola como una decisión anacrónica y antidemocrática.
El objetivo de esta alternativa no sería volver a regular el aborto a nivel nacional, sino posibilitar que sean los representantes electos en las Asambleas de cada estado los que decidan libremente el tipo de regulación que quieran adoptar al respecto, rechazando cualquier imposición de un órgano federal como ocurre actualmente. Esta es una teoría de bases muy democráticas que puede ser vendida con facilidad no sólo entre aquellos que se oponen al Roe vs. Wade por motivos personales o morales. Puro federalismo.
Pero la semana federalista del Gobernador Romney no terminó ahí. Hoy mismo, en un discurso en Florida, ha utilizado el mismo argumento aplicado también a la sanidad. Como Gobernador de Massachusetts extendió la cobertura médica a medio millón de ciudadanos que no disponían de seguro. Pero no piensa imponer su experiencia en Massachusetts a todo el país. Descarta cualquier decreto federal directo y propone dejar a la gente, a través de los representantes electos en las legislaturas estatales, elegir qué tipo de régimen regulatorio quieren para su estado.
El actual programa de Medicaid es manejado mayormente por los propios estados, pero la mayor parte de sus fondos los aporta el Gobierno federal, lo cual asegura que ninguna decisión estatal se ejecute sin la aprobación directa de las instituciones federales. Romney promete ofrecer mayor flexibilidad a la posición de cada estado para negociar en el mercado los mejores precios de los costes de la salud. Potenciar el enfoque federalista y convertir a los estados en "laboratorios de innovación y creatividad" en sus palabras. Lo que busca es demostrar que un republicano no tiene por qué estar a la defensiva en una parcela (la sanidad) cuya exclusiva siempre han parecido tener los demócratas. Entre la teoría y la aplicación práctica hay un gran trecho, pero sobre el papel esta es una formulación con gancho electoral.
viernes, 24 de agosto de 2007
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