viernes, 9 de mayo de 2008

Cómo se hizo... el ticket Bush-Cheney


La candidatura presidencial de George W. Bush fue el resultado de una larga estrategia puesta en marcha desde su primer mandato como Gobernador de Texas. Los viajes a otros estados, la participación en recaudaciones de fondos para candidatos republicanos de diferentes estados del Oeste, o las largas jornadas de entrenamiento en Austin para saber afrontar una larga campaña nacional, se sumaron a su reconocimiento de nombre.

La estrella de Newt Gingrich había pasado a mejor vida, y el Presidente Clinton había ganado la batalla de la popularidad a los líderes republicanos del Congreso. Bush pertenecía a la joven generación de Gobernadores republicanos reformistas elegidos en 1994. En 1998, ganó la reelección con el 68% de los votos, y el Senado texano pasó por primera vez a manos republicanas. Una victoria sin precedentes que sólo vino a confirmar a Bush como el preferido del partido para la nominación presidencial del año 2000.

Pronto anunció su candidatura, y comenzó a romper todos los registros establecidos en recaudación de fondos. Pero a pesar de la enorme cantidad de dinero reunido, la nominación no resultó barata. El Senador John McCain, de Arizona, lo colocó en no pocos apuros con una campaña casi amateur y sin fondos. Bush logró imponerse definitivamente en el Supermartes de marzo, pero no logró ganarse el apoyo público de su rival hasta el mes de mayo. La lucha fratricida lo había debilitado en los sondeos de popularidad, y obligado a gastar los primeros meses del año más dinero del que tenía previsto. Superado el desafío de McCain, tocaba empezar a funcionar como candidato oficial del partido. El nombre del running-mate no se anunciaría hasta una semana antes de la Convención Nacional Republicana que tendría lugar a finales de julio en Philadelphia.

A finales de abril formó el equipo de asesores encargado de estudiar cada detalle de la vida y la carrera de los diferentes nombres que se considerasen para la Vicepresidencia. Al cargo de ese equipo se colocó a Dick Cheney, hombre de amplia experiencia en política nacional que había sido Secretario de Defensa durante la Administración de su padre, miembro de la Cámara de Representantes durante diez años, y Jefe de Gabinete del Presidente Gerald Ford. Inicialmente, la decisión de encargar a Cheney esa labor estaba relacionado con los deseos del Gobernador Bush de convencer al General Colin Powell. Cheney y Powell se conocían de su pasada colaboración en el Pentágono. El General negro seguía siendo el gran sueño de Bush meses después de que este le hubiera dejado claro que no quería ser Vicepresidente.

Pero con Powell rechazando la idea con aparente sinceridad, y la posibilidad de contar con John McCain como algo inimaginable, el proceso se concentró en el mes de mayo en un amplio abanico de nombres: desde el Gobernador Frank Keating, de Oklahoma, hasta el Senador Fred Thompson, de Tennessee, pasando por el ex Gobernador Lamar Alexander, también de Tennessee, o el Senador Chuck Hagel, de Nebraska. Hasta doce hombres recibieron un cuestionario de ochenta preguntas que debían responder por escrito, tras lo cual, tendrían que dar respeusta a otras diez preguntas especialmente sensibles en entrevistas cara a cara con Cheney y su equipo.

El favorito inicial, el Gobernador John Engler, de Michigan, había quedado devaluado meses atrás por haber sido incapaz de garantizar la victoria de Bush en la importante primaria de su estado. Aparte de McCain, otros dos rivales de Bush en las primarias quedaron descartados: la ex Secretaria de Trabajo, Elizabeth Dole, única mujer de la lista, quedó fuera por no haber sido nunca elegida por los votantes; y el Congresista John Kasich, de Ohio, gran experto en política presupuestaria, por ser demasiado joven.

El que más gustaba era el ex Senador John Danforth, de Missouri. Un boy-scout y ministro episcopaliano, un político de reconocida integridad, con amplia experiencia de dos décadas en el Senado. Retirado de la Cámara Alta, su gran prestigio entre republicanos y demócratas le había llevado a ser designado por la Fiscal general Janet Reno, para hacerse cargo de la investigación de la masacre de Waco. Danforth llamó a principios de junio a Cheney para decirle que no estaba interesado. Al día siguiente le llamó el propio Bush para convencerle de lo contrario, pero Danforth parecía firme en su decisión. "Mi mujer y yo estuvimos pensándolo mucho. Dejamos la política hace seis años y volvimos a Saint Louis, donde queremos permanecer."

Con Danforth fuera de la lista, Cheney visitó en el Capitolio al joven Senador Bill Frist, de Tennessee, y contactó con la firma de abogados neoyorkina Dewey Ballantine para que se encargara de investigar el historial del Gobernador George Pataki, de Nueva York. El nombre que más sonaba en los medios de comunicación era el del Gobernador Tom Ridge, de Pennsylvania, íntimo amigo de Bush y compañero de la Asociación de Gobernadores Republicanos. Pero su tolerancia con el aborto lo hacía poco recomendable. Para ahorrarle quebraderos de cabeza a Bush, él mismo se autodescartó en público a principios de julio. En las últimas semanas el proceso se tornó hacia alguna selección segura -necesitaban un insider de Washington, que conociera los centros de poder en los que el Gobernador Bush no había trabajado nunca, y con el que todos en el partido pudieran estar satisfechos.

Lo que más obsesionaba a Bush era la lealtad. Quería alguien leal y preparado para asumir la Presidencia en cualquier momento. Al Gore y su propio padre eran los mejores referentes de Vicepresidentes exitosos. El 3 de julio se reunió con Cheney en su rancho de Crawford para charlar sobre el proceso. Fue ese día cuando Bush, sin consultarlo con sus asesores, le comentó si estaría interesado. Cheney respondió que podría considerarlo. A Bush le gustaba el hombre. Llevaba tres meses en contacto casi diario con él, y ambos se caían bien. Admiraba su discreción. Cheney carecía de carisma, pero Bush sabía que no necesitaba un campaigner o un recaudador de fondos; él sólito se bastaba y se sobraba para ello. Necesitaba una personalidad creíble con dominio de las parcelas en las que él, como Gobernador, no tenía experiencia -política federal, exterior y defensa.

Pero la opción Danforth volvió a activarse gracias a las gestiones de Bob Teeter, antiguo asesor de Bush padre. Teeter convenció al viejo ex Senador de que aceptara entrar en consideración. Se lo planteó como una misión ineludible. "Te necesitamos". Danforth telefoneó a Cheney a mediados de julio para informarle que había cambiado de opinión y estaba dispuesto a aceptar. Pero para el 15 de julio, el único obstáculo que podía impedir a Bush decantarse por Cheney ya había sido resuelto. El Gobernador había recibido un completo informe médico que le aseguraba que los problemas cardíacos de Cheney no le incapacitaban para asumir la Vicepresidencia. Bush convocó a sus principales asesores, incluídos Karl Rove y Karen Hughes, para comunicarles que Cheney era el hombre que quería. Ninguno puso pegas. Parecía una opción segura.

Aunque ya se había decidido por Cheney, Bush aceptó reunirse con John Danforth en un hotel de Chicago el 18 de julio. En la entrevista también participó Cheney, que dejó sólos a los dos hombres durante hora y media. Bush y Danforth apenas se conocían. Hablaron de sus opiniones y su fe. Al terminar el encuentro, Danforth salió convencido de que sería el candidato a Vicepresidente. Comunicó a Cheney que si Bush se lo pedía, él aceptaría de inmediato. Pero Bush nunca se lo pididó. Al día siguiente, el Gobernador de Texas le ofreció el puesto de forma oficial a Dick Cheney. La decisión se hizo pública días después y los dos hombres viajaron a Arkansas y Missouri a hacer campaña conjunta. La ventaja de Bush sobre Gore en las encuestas se expandió.

Cheney gustó a todos los republicanos. Chuck Hagel dijo que "representa la calidad, carácter y experiencia que Estados Unidos está buscando para su liderazgo nacional interno." Bill Frist lo describió como "un hombre con sustancia, seria y amplia experiencia en los sectores público y privado." La National Right to Life Committee publicó un comunicado oficial expresando su apoyo al historial pro-vida del elegido. La selección de este político de Wyoming era tan poco populista, que los independientes se lo tomaron como una razón para confiar en el buen juicio de Bush. Y los demócratas quedaron estáticos. La selección los pilló por sorpresa y con pocos argumentos para confrontar a un hombre tan discreto y de tanta experiencia.

La manera en que Bush tomó la decisión más importante de su campaña decía mucho sorbe su manera de operar. Eligiendo a Cheney demostró que era consciente de sus carencias, pero a la vez expresaba gran confianza en sí mismo al no tener complejos para emparejarse con un hombre que lo superaba de largo en experiencia y credenciales. Pero lo que pocos saben es que Bush se limitó a continuar la fórmula que ya le había funcionado en Texas: cuando llegó a Gobernador en 1994, no dudo en buscar la colaboración y formar equipo con el veterano Vicegobernador Bob Bullock, un demócrata que le garantizaría un gran número de éxitos legislativos. Bush encontró algo similar en la figura de Cheney, un tipo que con 33 años ya era Jefe de Gabinete de la Casa Blanca, cuando Bush todavía andaba malgastando sus días en los bares de Texas. Lealtad, preparación, y trabajo.

*Discurso completo de George W. Bush en la Convención Nacional Republicana de 2000 (Real Player)

*Discurso completo de Dick Cheney en la Convención Nacional Republicana de 2000 (Real Player)

7 comentarios:

octopusmagnificens dijo...

Newt Gingrich, ¡el del contrato con América! Fue el político de moda durante un tiempo eh. Me cayó antipático desde el día que dijo que la exploración espacial era una estupidez, que los viajes a Marte eran un despilfarro y blablabla...

octopusmagnificens dijo...

¡Ah! Cheney me parece un tipo bastante desagradable eh, no me gustan nada esas miradas que echa. Todo lo contrario que Bush, que es muy afable.

Jordi Coll dijo...

Gracias otra vez, Antxon. Brutal.

Hace unos días quería pedirte que escribieras sobre la elección de Cheney, pero llevo el brazo escayolado y me dio pereza. Suerte que tu mismo lo pensaste. Ahora tocará Al Gore...

¡Un abrazo!

Antxon G. dijo...

Estás escayolado? Qué te pasó? Yo debo ser muy precabido porque nunca he llevado escayola. Al que tendríamos que escayolar este verano y hasta el verano siguiente es a Xavi para que no pueda volver a jugar al fútbol xD

Ya intentaré escribir la semana que viene sobre la selección de Gore.

Jordi Coll dijo...

Un accidente de coche. Sí, a Xavi y a unos cuantos más. Ayer el Sport llevaba que Guardiola quiere Lillo en su equipo técnico. xD

Anónimo dijo...

excelente post, parece casi un cuento con sus momentos de suspense, algún cadáver en el camino, y final feliz, jeje.

saludo!

PD: a cuidarse Coll ese brazo. Y tranquilo, que no hay Lillo que 1 año dure ;))

Jordi Coll dijo...

Gracias! :)