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Generalmente, la pre-campaña para las elecciones legislativas de medio mandato suele comenzar después de los relajados días de puente de Acción de Gracias. Pero este año toda la actividad política del mes de diciembre será acaparada por el esperadísimo debate sobre el proyecto de reforma sanitaria en el Senado. Por ese motivo considero prudente retrasar hasta enero el seguimiento de la pre-campaña electoral, y necesario dejaros una pequeña guía teórica para aquellos que tengais interés en seguir el debate parlamentario las próximas semanas.
El protagonista principal de la función será el Líder de la Mayoría, el veterano Harry Reid (D - Nevada), quien sabiendo que enfrenta una durísima reelección el año que viene y que estas podrían ser sus últimas Navidades en Washington, parece dispuesto al sacrificio personal para salvar la Presidencia de Obama. Aunque está por ver si el camino de esa salvación pasa por la aprobación de una reforma a la que en sus términos actuales se oponen mayorías de votantes de 35 estados de la Unión.
El Senado de EEUU cuenta con 100 asientos que a día de hoy están distribuídos entre 58 demócratas, 40 republicanos, y 2 independientes. Para la aprobación del proyecto (aquí la gente se confunde) se requiere en realidad sólo una mayoría simple de 50 votos (+ el voto de desempate del Vicepresidente Biden). Lo que ocurre es que para cerrar el debate y proceder a la votación se requiere una mayoría de tres quintas partes (60 votos). De modo que el Líder de la Mayoría no cuenta con margen de error ya que necesita los 58 votos demócratas + los 2 independientes, y cualquier otra posibilidad le obligaría a contar con el voto de algún republicano.
Una reforma que contenga opción pública (la creación de un seguro público que compita con los privados) tiene garantizado el voto favorable de uno de los dos independientes, el Senador Bernie Sanders, un notorio socialista de Vermont. Pero hay 4 demócratas + 1 independiente que plantean resistencias en mayor o menor grado al proyecto actual a pesar de haber votado a favor de iniciar el debate. El independiente es el Senador Joe Lieberman, de Connecticut, que ya ha advertido a Reid que si el proyecto del Senado incluye opción pública como quiere la Casa Blanca y como aprobó la Cámara de Representantes, él se unirá a los republicanos para hacer filibusterismo.
El filibusterismo es una práctica obstruccionista que consiste en no cerrar el debate: para cerrar el debate suele pedirse un voto de clausura que debe ser apoyado por 60 Senadores, y si no se da ese voto los Senadores pueden seguir discutiendo aspectos legales del proyecto por los Siglos de los Siglos sin proceder nunca a la votación. Muchas veces la simple amenaza de proceder de ese modo bloquea proyectos, ya que el Líder de la Mayoría si sabe que no tiene los votos no se atreve a presentar a votación la clausura del debate. Si Lieberman se une a 40 republicanos pueden perpetuar el debate, o retrasarlo hasta el año electoral 2010 en que muchos demócratas se sentirán en una posición más comprometida que ahora.
Dentro del caucus demócrata, el más difícil de convencer por el Líder de la Mayoría va a ser el Senador Ben Nelson, de Nebraska. Nelson plantea casi todas las resistencias posibles: se opone a la opción pública; quiere que el proyecto incluya una enmienda que prohíba la financiación del aborto en los seguros privados subsidiados con dinero público, algo que en principio no está en los planes de una Mayoría presionada por las organizaciones pro-aborto; Nelson también tiene dudas acerca del coste de la operación (1,1 billones de dólares durante 10 años según el proyecto aprobado por la Cámara); y se ha venido oponiendo a un impuesto que Reid quiere incluir sobre los ingresos de las personas que ganan más de 500,000 dólares al año y las parejas que ganan más de 1 millón.
Después tenemos a dos mujeres sureñas: las Senadoras Mary Landrieu, de Louisiana, y Blanche Lincoln, de Arkansas. Lincoln se presenta a la reelección el año próximo en un estado que rechazó a Obama en las presidenciales. Como miembro del Comité de Finanzas del Senado, la Senadora Lincoln ya ha votado dos veces en contra de la inclusión de la opción pública en la ley, y se ha manifestado en contra de su coste.
La Senadora Landrieu ha lanzado señales mixtas que no permiten conocer cual puede ser su posición final pero está recibiendo fortísimas presiones de los casi 400,000 pequeños negocios que en Louisiana representan a más del 90% de la fuerza laboral del estado. Muchos de esos pequeños negocios creen que si se ven obligados a proveer seguro público y pagar más impuestos pueden verse obligados a cerrar. La ventaja de Landrieu es que no tiene reelección hasta 2014.
Otro demócrata que llegó a amenazar con el filibusterismo hace unas semanas fue el Senador Evan Bayh, de Indiana. Bayh (tiene reelección en 2010) plantea reservas sobre la opción pública pero sobre todo está preocupado por un impuesto a los fabricantes de dispositivos médicos que viene incluído en la legislación actual. El interés de Bayh por este asunto se debe a que Indiana es el tercer estado con más trabajadores (unos 63,000) en el sector de dispositivos médicos. Ya hace unos meses envió una carta al Comité de Finanzas para que reconsiderase el asunto. Pero es improbable que bloquee la votación.
Este grupo de cuatro Senadores demócratas y uno independiente es el que más dudas puede plantear a día de hoy. Detrás hay otro grupo de Senadores demócratas más cobardes que si tienen que votar votarán que sí, pero que están deseando que sean otros los que impidan que el proyecto se llegue siquiera a votar para no tener que posicionarse y salvar así sus carreras políticas. En ese grupo tenemos a los Senadores Kent Conrad, de Dakota del Norte; Byron Dorgan, también de Dakota del Norte; Jon Tester, de Montana; Tim Johnson, de Dakota del Sur; Mark Pryor, de Arkansas; o Kay Hagan, de Carolina del Norte. Estos nunca se atreverán a actuar en contra del Liderazgo pero rezan para no tener que votar.
En el otro lado del caucus demócrata tenemos a al menos siete Senadores para los que la opción pública es una condición innegociable: se trata de los Senadores Barbara Boxer, de California; Sherrod Brown, de Ohio; Roland Burris, de Illinois; Al Franken, de Minnesota; Jay Rockefeller, de Virginia Occidental; Bernie Sanders, de Vermont; y Chuck Schumer, de Nueva York. Este grupo de siete ha venido amenazando con bloquear el proyecto si la opción pública que incluye es tibia. Reid tendrá que ofrecerles garantías en privado.
En caso de que el Líder de la Mayoría no consiga el apoyo de los 58 demócratas y los 2 independientes, necesitará algún voto republicano. El único posible parece el de la Senadora Olympia Snowe, de Maine, la única republicana que votó a favor en el Comité de Finanzas. Es menos probable su adhesión en la votación del pleno porque se opone a la opción pública. La inclusión de una opción que permita a cada estado participar o no en la opción pública está pensada en recoger su apoyo (y el de los cinco anteriormente citados). Pero Snowe no quiere eso, quiere una provisión que active el plan público sólo bajo una serie de circunstancias muy restrictivas.
El Líder de la Mayoría empezó a hacer concesiones la semana pasada, presentando una propuesta de reforma que habla de una opción pública mucho más restrictiva que la aprobada por la Cámara de Representantes. La versión de la Cámara incluía opción pública para dar cobertura a algo más de 6 millones de americanos que no pueden ser cubiertos de otro modo. El plan presentado a debate por el Senador Reid deja a los estados libertad de no ofrecer opción pública a sus ciudadanos, y limita su cobertura a menos de 4 millones de ciudadanos, un 1,5% de la población del país. La idea es pasar el trámite del Senado con esta versión para probablemente después en el comité conjunto hacer un borrador final más cercano a la versión de la Cámara para pasarla en mayoría simple por el Senado.
En su plan, Reid también incluyó algunos guiños personalizados dirigidos a los más escépticos de su grupo. Escondido en la página 432 del proyecto presentado por Reid se incluye una provisión de 100 millones en ayuda federal al Medicaid para los estados que hayan sufrido desastres naturales de gran impacto en los últimos siete años (se incluye Louisiana por el Katrina-2005). Con este apaño, la Senadora Landrieu tiene un pequeño trofeo que ofrecer entre sus votantes para justificar su apoyo a la reforma.
En el proyecto también hay una concesión al Senador Ben Nelson, el demócrata que está mostrando una oposición más contundente. Reid ha decidido no incluir en el texto ninguna medida para eliminar las exenciones anti-trust de la industria de seguros. Esto contradice los deseos de muchos senadores demócratas que acusan a las compañías de seguros de prácticas monopolísticas, pero parece que Reid la entiende como una forma de comprar la voluntad del Senador Nelson. Gracias a ello Nelson votó para permitir el debate, pero continúa amenazando con no permitir la votación de clausura para cerrar la discusión si no se anula la opción pública. En su misma posición permanecen los Senadores Lieberman y Lincoln.
En ese contexto llegamos al inicio del debate que arrancará esta tarde a las 3 PM (hora de Washington DC). La oficina del Líder de la Mayoría ya ha enviado escritos a las oficinas de los 100 Senadores advirtiéndoles de que hasta finales de diciembre se va a trabajar incluídos los fines de semana y las primeras horas de las noches. Quiere meter intensidad porque está recibiendo fortísimas presiones del Jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Rahm Emanuel, para cumplir un calendario estricto de 25 días: la Casa Blanca le ha dicho al Senador Reid que quiere que el proyecto sea aprobado antes del día de Navidad, para que un comité conjunto de Cámara y Senado acuerde una versión de compromiso en la primera mitad de enero, y esa versión sea votada y aprobada por Cámara y Senado antes del discurso del Presidente Obama sobre el Estado de la Unión, previsto para la última semana de enero.
No será sencillo. Senadores de ambos partidos planean introducir a debate y votación decenas de enmiendas sobre asuntos altamente divisivos como la opción pública, aborto, impuestos, o demandas por negligencia médica, unos con la intención de perfeccionar el proyecto, otros con la de ganar más apoyos, y otros símplemente de torpedearlo. Los Senadores Jay Rockefeller (D - Virginia Occidental) o Bernie Sanders (I - Vermont) ya han anunciado enmiendas para extender la opción pública.
El Senador Orrin Hatch (R - Utah) ha anunciado que presentará una enmienda para restringir abortos, en la línea de la "enmienda Stupak", una herencia envenenada de la Cámara de Representantes que puede abrir el camino a que montones de planes privados renuncien a cubrir abortos para entrar dentro de los canjes de la nueva legislación sanitaria. Otros republicanos presentarán enmiendas cuyo único fin será sacar a debate los impopulares aumentos de impuestos o los recortes al Medicare que van incluídos (escondidos) entre las miles de páginas del proyecto.
Hoy se empezará con intervenciones protocolarias del Líder de la Mayoría, el Senador Harry Reid (D - Nevada) y el Líder de la Minoría, el Senador Mitch McConnell (R - Kentucky), y es posible que cada parte introduzca una primera enmienda. Pero la verdadera acción empezará mañana. En las próximas semanas habrá un debate externo (el que podremos ver por la tele) por ganar la batalla de la opinión pública, y un debate interno (ese no lo podremos ver por la tele) en el despacho del Líder de la Mayoría por atar los 60 votos que le permitan terminar el debate.
Tampoco faltarán estos días en el Capitolio los profesionales en "hacer pasillos". Los representantes de intereses y grupos privados que abordarán a los Senadores ofreciendo "ideas" o recordando donaciones electorales en nombre de sus clientes particulares o por cuenta de diversos grupos de presión. Ni las llamadas de los votantes de los diferentes estados a las oficinas de sus representantes para intentar influir en estos.
La clave para Reid estará en conseguir evitar el filibusterismo de la minoría de bloqueo. Si se supera el bloqueo la reforma se aprobará. Aunque puede llegar a abortarse en la votación del comité conjunto, cuanto más adelante llegue siempre será más improbable. Por contra, si no se consigue superar el filibusterismo, el asunto se puede alargar tanto que entrando en un año electoral puede ir perdiendo cada vez más apoyos de legisladores a los que no interese el tema, no llegar a someterse a votación e ir quedando en el olvido.
En el peor de los casos, al Senador Reid le quedaría un modo algo dudoso y antidemocrático de sacarlo adelante. Se trata de la llamada "reconciliación", un procedimiento que sirve para romper por mayoría simple los bloqueos que afectan a importantes leyes presupuestarias. Técnicamente no es aplicable a la reforma sanitaria, pero mediante algunas tretas legales que consiguieran hacer creer que la aprobación de esta reforma contribuye a reducir el déficit podría pasar. Los asesores jurídicos de la Casa Blanca estuvieron estudiando el tema hace meses. Pero es demasiado arriesgado porque podría llevar a perder aún más apoyos.
*Para seguir el debate en video: C-Span